Interino, interino,
me importas un pepino
y ante ti
no me inclino.
Interino, interino,
siempre como el inquilino
que viene y va de un lado a otro
sin saber cuál será su sino,
hasta el próximo septiembre
que le den, si se lo dan un destino
incierto, lleno de sorpresa y duda,
bajo el poder de algún cretino;
entonces serás un parche,
que vale igual para “un roto
que para un descosío”.
Interino, interino,
navegas en un limbo
de misterio oculto y mezquino.
Adaptándote al ritmo
de un sistema educativo
que pretendes cambiar
con tu trabajo y tu lucha,
¡Yo contigo es que alucino!
Actitud voluntariosa,
pretenciosa incluso,
de tanto participar,
cuando simplemente,
lo que debieres hacer
es callar y acatar.
Interino, interino,
me importas un pepino.
pero no te preocupes por ello,
porque menos aún
me importa el sustituto,
que es aún más
Insignificante o diminuto
en este régimen
que retrocede y es
absoluto, porque el miedo
al cambio se apodera
de los que rigen las normas,
Y el estatuto.
Interino, interino,
mil putadas te vaticino,
que superarás o no
para ser funcionario;
si te ofrecen la opción
de enfrentarte al calvario
de la oposición, para que
luego llegue el notario
y diga que el alicantino
con buena nota
superó al interino
Y deberás asumir la derrota.
Interino, interino,
tiernino, tiernino
El próximo curso
¡A saber dónde andas,
peregrino!